Las cantidades variarán según el grado de humedad que tenga el arroz del que partimos; con unos 150 g por persona, ya cocido, tendremos una buena base.
repara primero los ingredientes que quieras añadirle -en trozos no muy grandes y que no suelten demasiado líquido- y caliéntalo. Añade unos 100 g de queso gruyère rallado -o cualquier otro de textura similar-, mezcla bien y valora si tienen una textura que puedas formar con facilidad. Si no, añádeles un poco -muy poco- de leche, nata para cocinar o salsa de tomate que aporten la humedad y untuosidad necesaria.
Es el momento de darles forma: puedes hacer varias croquetas redondas u ovaladas, ponerlo en un molde, prensar un poco y hacerlas cuadradas cortando con un cuchillo o hacer discos de un tamaño más grande, como si fueran hamburguesas. Reboza en huevo y pan rallado, deja que el rebozado se seque un rato en la nevera para que no exploten al freírlas y hazlo en aceite caliente pero que no humee, en tandas de pocas unidades para que el aceite no se enfríe. Escurre en papel de cocina y sirve.